~ El Perdón ~

~ El Perdón ~

 Naturalmente, el esfuerzo irrenunciable, la disciplina y la determinación son factores indispensables para adquirir logros tan importantes como paz, salud y armonía interna. Dichos aspectos deben tener un lugar destacado y preponderante en nuestras prioridades y conductas si es que deseamos progresar y evolucionar en el mundo espiritual. Eso es algo que nadie puede hacer por nosotros.

Necesariamente para lograr adquirir dichos logros, debemos primariamente aprender las importantes lecciones provenientes de las consecuencias generadas por nuestros propios errores. Los cuales, por cierto, son parte del camino, en gran medida son inevitables, y, además, son fuente de grandes y profundos aprendizajes y enseñanzas.

Pero de la misma manera, debemos ser muy conscientes de la incuestionable tendencia tan arraigada en los seres humanos en cuanto a no poner suficiente atención en lo que se refiere a la corrección y la reparación de los mismos. Ya que ello nos encadena una y otra vez a los pesados y densos eslabones de la infalible Ley del Karma. Además de que nos lleva a ser personas mentalmente débiles, irascibles, sin estabilidad emocional, desvitalizadas; y claramente se convierte en un pesado fardo que nos impide progresar en el camino del desarrollo integral de la personalidad.

 Un beneficio importante que logramos cuando damos un paso en la dirección de corregir y hacernos conscientes de nuestros errores, es que nos hacemos menos proclives a la crítica y los juicios hacia los demás, ya que dejamos de victimizarnos y culpar a los otros por nuestras faltas. Como bien sabemos, los seres humanos tenemos la tendencia generalizada de ver y proyectar en los otros, todo aquello que no somos capaces de ver en nosotros mismos.

En el ser humano no existe necedad más inútil que la insignificante pequeñez del ego, así como tampoco necio más grande que el ciego que no quiere ver, o el sordo que no quiere escuchar. Sin esfuerzos por reformarnos, difícilmente crearemos las condiciones necesarias para sortear con éxito las diferentes pruebas que la vida nos pone por delante.

La divinidad del alma mora en lo más profundo de nuestros corazones. Y, la paz, la buena salud y la armonía son sus inseparables compañeras; las cuales brillarán prístinamente en forma natural cuando hagamos los esfuerzos necesarios por reformarnos, corrigiendo y aprendiendo de nuestros propios errores.

Tal reconocimiento, humilde y sincero, nos aleja de la mentira y la falsedad y finalmente nos conduce al verdadero Perdón. El Perdón es una de las mágicas y sublimes llaves que nos llevan a amar y a reverenciar nuestro Ser. Y, de paso, nos abre las puertas que nos guían gradualmente a la Liberación y a la Gracia Divina. 

~ Águila Blanca ,

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