~ Black Elk ~
Un Hombre Sagrado Colmado de Bondad, Compasión, Humildad y Sabiduría.
Black Elk, conocido como Alce Negro en el idioma español, fue sin duda uno de los grandes hombres santos y sabios que nos han legado los pueblos de la tradición nativo americana. Él nació en año 1863, en la tribu de los Sioux Oglala, producto de lo cual tuvo el gran privilegio de encontrarse cuando era un joven pequeño, con personajes relevantes de la épica Sioux, tales como Toro Sentado [ Sitting Bull ], Nube Roja [ Red Cloud ] o Caballo Loco [ Crazy Horse ], del cual era primo en segundo grado.
Importantes relaciones y encuentros, que sin duda habrán resultado altamente inspiradores, en cuanto a forjar y plasmar en su personalidad el desarrollo de su impronta y su natural condición de líder espiritual.
En su juventud le tocó vivir en carne propia el salvajismo y la atrocidad con que los gobiernos de turno abordaron el tema indígena. De hecho, siendo tan solo un joven adolescente le tocó en suerte ser testigo presencial de la batalla de Little Big Horn, acontecimiento de gran valor histórico, no solo por el hecho de la importante victoria india y sus consecuencias inmediatas, sino también por ser
la mayor derrota sufrida por las tropas del ejército norteamericano en territorio propio. De la misma manera, se cuenta que escapó a la masacre de Wounded Knee, donde el ejército norteamericano asesinó impunemente a alrededor de 200 Sioux, entre los que se contaban decenas de niños y ancianos indefensos.
Fue padre de 5 hijos, producto de 2 matrimonios, e incluso en su vida adulta fue bautizado según la tradición cristiana, sin por ello dejar de ser el líder de su tribu. Demostrando de paso una gran comprensión y tolerancia espiritual, ya que para el no había grandes contradicciones entre las diferentes verdades o principios espirituales que reconocen la unidad y la verdad fundamental del principio divino. Lo que en términos prácticos significa que para él, no había grandes diferencias entre las expresiones ” Dios o Gran Espíritu.”
Al igual que que la mayoría de los hombres santos, ya desde muy pequeño se manifestaban en él ciertas características y comportamientos muy inusuales para los jóvenes de su edad. Producto de ello, fue guiado e instruido en el arte de la curación, el conocimiento sagrado y las antiguas tradiciones de su pueblo, por los grandes sabios y ancianos depositarios de tan nobles conocimientos y verdades. Como resultado de prolongados ayunos, sinceras oraciones y grandes esfuerzos, recibió muchos poderes, conocimientos y visiones acerca de como conducir por la senda del bien a su amado pueblo piel roja. Así como también, de como alejarlo de la violencia, la hipocresía y la codicia que caracterizaba a los blancos que a esas alturas invadían violentamente sus tierras, y arrasaban con sus antiguas tradiciones y formas ancestrales de vida.
Al igual que en muchas otras tradiciones, el indígena nativo americano buscaba en la altura de las montañas, el contacto con las fuerzas creadoras, donde se sometía a rigurosos ayunos en silencio y soledad para escuchar la voz del Gran Espíritu. Ya a los 9 años, Alce Negro estaba haciendo su primera búsqueda de visión, y de acuerdo con lo que narran quienes le conocieron personalmente, ese suceso marcaría indeleblemente la dirección que tomaría su vida futura. La que lo llevaría a convertirse en un verdadero hombre medicina, de elevado conocimiento y que siempre buscaría la forma y la manera de devolver a su pueblo al camino del bien, la paz y el entendimiento.
Al abrirnos al entendimiento y a la comprensión de la concepción del mundo espiritual nativo americano, podemos ver en figuras como Alce Negro, a genuinos arquetipos o estandartes de aquellos atributos o cualidades divinas. Tales como la bondad, la generosidad, la nobleza, la paciencia, el buen ejemplo o la tolerancia, y en general, a todos aquellos sentimientos y tendencias que normalmente asociamos a las personalidades santas de cualquier tradición, ámbito religioso o espiritual.
Quizás la mayor motivación en la vida de este gran hombre de conocimiento, haya sido la de volver a despertar en su pueblo la sabiduría de lo que el denominó el camino rojo. Que no es otra cosa, que el reconocimiento por el hombre, de la divinidad que sub yace y mora en la naturaleza de su Ser.
Como hombre sabio y de conocimiento, muy bien sabía que independientemente de nuestros orígenes, el color de nuestra piel o la naturaleza de nuestras creencias, finalmente somos todos uno, un solo gran corazón. Mientras no ocurra este reconocimiento intrínseco, es muy difícil que en el ser humano recupere la paz, la integridad, la alegría y la nobleza de la vida.
El venerable y sabio anciano dejó su cuerpo físico en Agosto de 1950, a los 87 años de edad. Dejándonos el claro ejemplo de una vida vivida con dignidad, humildad, amor hacia su pueblo, y al ser humano, así como el respeto y la reverencia hacia todas las formas de vida.