En el sistema filosófico védico de la India, se denomina Prana a la fuerza vital que se expresa libremente en diferentes formas a través de la naturaleza. Ya sea, a través del poder de los rayos del sol, la fuerza intrínseca de la tierra, la cadencia de los vientos o el susurrante movimiento de las aguas. Vale decir, los cuatro elementos por los que circula el éter divino; el elemento primordial, actuando en perfecta armonía y sincronía con la madre naturaleza.

Esa fuerza vital, es una manifestación del Soplo Divino. El que en cada momento está creando, sustentando y transformando todas las formas de vida imaginables en los diferentes planos o dimensiones que convergen e interactúan en el planeta. Alegóricamente, se puede decir que para el ser humano el Prana es el alimento del espíritu y del Alma. En el ser humano, esta poderosa y sutil energía es captada y asimilada biológicamente en forma natural tanto través de las facultades sensoriales, como de las extrasensoriales.

En el caso de los planos internos, el proceso de absorción del Prana ocurre a través de los chakras, en la meditación profunda, en los estados contemplativos, o en los estados receptivos de paz, oración sincera, quietud y tranquilidad, entre otros.

En tanto, en el plano físico, una de las máximas expresiones del Prana, la encontramos en los alimentos puros o sátvicos; los que la madre naturaleza provee con gran variedad y generosidad. Entendiendo además por alimento, no solo lo que entra por la boca, sino también lo que entra por los oídos y por la vista. Para un verdadero aspirante espiritual la alimentación adecuada y nutritiva constituye una de las piedras angulares en el desarrollo y el progreso de la estructura de su propia personalidad. 

Alimentación, Consciencia y Salud, son una triada de gran sinergía, y están muy relacionados con el Prana. El equilibrio y el balance de dichos aspectos, son de la mayor relevancia para todo aquel que desee progresar en su camino evolutivo.