Toda la vida en la tierra se nutre y sostiene en la energía y el brillo majestuoso y radiante del Padre Sol. Si el Sol dejara de brillar cada día, la vida tal como la conocemos en el planeta dejaría de existir. Todo se lo debemos al Sol, y aún así, lo ignoramos completamente viviendo nuestras vidas en forma totalmente automática, llenas de stress y colmada de preocupaciones y sin sentidos.

 

Es tal la ignorancia del hombre moderno con respecto a la vital importancia del Sol en la manifestación de todas las formas de vida en el planeta, que algunos solo lo ven como una herramienta para dorar la piel en tiempo de verano; otros se esconden de el ya que lo ven como una causa de cáncer a la piel; y otros muchos lo ven con absoluta indiferencia, y eso si es que lo llegan a ver.

 

Los pueblos antiguos reverenciaban y adoraban al Sol, ya que ellos comprendían que toda la vida dependía del brillo del Sol. Ellos Podían reconocer que el ritmo de las estaciones, los tiempos de siembra y cosecha y todo el equilibrio de la naturaleza estaba basado en el ritmo sincronizado del Sol. Por eso lo consideraban su Padre y parte indisoluble del destino de sus vidas y comunidades.

Pero, para el hombre moderno común el sol es solo parte del inventario; y suele vivir su vida encerrado entre cuatro paredes, generalmente mal ventiladas y bajo el influjo radiactivo electromagnético de infinidad de aparatos electrodomésticos, muchos de los cuales son innecesarios.

 

La buena salud y el equilibrio psicofísico se pueden ver muy beneficiados y fortalecidos observando conscientemente la multiplicidad mágica de la madre naturaleza. El flujo del viento, el canto de las aves, la belleza prístina de las montañas, la caída suave de las hojas, a modo de ejemplo, son formas muy eficaces para restablecer la salud en sus distintos niveles. El Sol siempre estará detrás, o mas bien arriba de todo ello.

 

La reluciente magnificencia del Sol es externa e interna a la vez. En el cuerpo humano el Sol se encuentra simbolizado en el centro del corazón. Tanto el Sol, como el Corazón son la manifestación física y simbólica de Dios/Padre/Madre. Que el Gran Sol Central de las Galaxias pueda brillar en el corazón de todos los seres humanos.