De este amplio y vasto conocimiento, ilustración y adaptación a los espacios territoriales,  precisamente es que se deriva la palabra mapuche  en su lengua originaria, el mapudungun, que en español se a traducido, como » gentes de la tierra.» Aún, cuando alguna vez escuché decir a un venerable anciano, que el término correcto es mapunches, que significa » gentes del universo. » Que en buenos términos es una forma de comprensión mas amplia y extensa, y que nos lleva a recordar el origen hombre como un ser proveniente del mundo de las estrellas.

Cuando podría aprender la medicina alopática actual si mirara con respeto y atención toda la sabiduría que se encuentra implícita en el conocimiento del mundo de los/as machis. Quienes muy bien sabían que las enfermedades, y en general todas las situaciones negativas que afectan a los seres humanos provienen de distintas combinaciones y desequilibrios  en los campos energéticos, tanto en el plano físico, como en el mundo sutil. Y por lo tanto, su respuesta a la  enfermedad en forma genérica, resulta mucho mas amplia y holística, que la mirada mas limitada y acotada de la medicina oficial, la que solo se centra en la manifestación física y sintomática. A menudo olvidando la importancia de las las raíces de la misma.

La cultura como tal tiene su origen en las raíces, las tradiciones y en el folklore, y precisamente se distingue como el aprendizaje y el conocimiento adquirido, producto de las experiencias acumuladas a través de las generaciones que nos precedieron. Las que encuentran su voz en la palabra de los sabios y los ancianos, así como en las alegorías de los mitos y las leyendas. Desgraciadamente algo muy diferente a lo que podemos ver hoy en día, donde proliferan todo tipo de vulgaridades, conductas inapropiadas y falta de respeto, propiciadas y facilitadas por la irresponsabilidad y falta ética de los medios de comunicación masivos.

Resulta inconcebible e inverosímil, por decir lo menos, que en un mundo que se dice moderno y progresista, aún no se haya comprendido el valor, el conocimiento y el enorme significado que tiene para la cultura en términos generales, el integrar y reconocer los errores y todas las injusticias que se han cometido históricamente, no solo con el pueblo mapuche, sino también con todas las culturas originarias.

Lo mismo corre para el silencio y la apatía de todos aquellos personajes mediocres  del mundo político, que se sientan tan cómodamente en sus asientos de los poderes constituidos, con los bolsillos llenos y la consciencia oscurecida por las malas prácticas. Siempre tan amigos de los micrófonos, y dispuestos a difamar y hablar por hablar, sin consistencia ni relevancia alguna. Cuanto podrían aprender de otro de los grandes atributos históricos del pueblo mapuche, cual fue su don de la palabra, ya que no solo se distinguieron por ser grandes oradores, sino también por la profundidad, el contenido y la veracidad de sus palabras.

Para comprender con amplitud este delicado tema, necesariamente hay que ir a sus orígenes, a sus profundas cicatrices emocionales, y entender la historia en la forma correcta y no de la forma distorsionada en que se nos enseña en los establecimientos educacionales. Donde oscuros y torcidos personajes, emergen como ejemplares padres de la patria, y donde grandes líderes y defensores de sus derechos y los de sus pueblos, como mucho de los grandes figuras mapuches, pasan a segundo plano y tienen escaso reconocimiento.

En un mundo moderno carente de cultura, primordialmente materialista, en el que las raíces y las tradiciones solo son un vago recuerdo, quisiera rescatar y honrar la memoria de este antiguo pueblo, noble y sabio. Que a luchado dignamente por siglos por mantener sus formas de vida y su cultura contra los agravios, las agresiones, y la falta de oportunidades que han recibido desde siempre, como pago, desde lo de lo que se conoce como » el mundo civilizado. »