~ El Arte de Pensar Positivamente ~
Probablemente ninguna facultad en el hombre sea tan poderosa y con tantas potencialidades, como lo son las facultades propias de la mente. Entre ellas una de las principales tiene que ver con el pensamiento. Los pensamientos surgen en la mente del hombre en forma natural y espontánea, al igual como las olas emergen en el océano; y en gran medida determinan las experiencias de la existencia humana. Moldeando y determinando de paso nuestra personalidad, la calidad de nuestra vida y naturalmente nuestro propio destino.
En la sociedad contemporánea, desde muy pequeño el hombre recibe muchas instrucciones y educación de variada índole, pero, raramente recibe indicaciones en torno a la importancia capital que tiene la práctica de cultivar buenos pensamientos. Los pensamientos son energías que recorren las corrientes astrales, y por ley de afinidad, son atraídos hacia campos energéticos de similar vibración, lo que finalmente nos puede traer mucho beneficio o también perjudicarnos en gran medida de acuerdo a la naturaleza de los mismos.
En general es muy común, que debido a la ignorancia social respecto de todas estas implicaciones, desde muy pequeños recibimos todo tipo de influencias y enseñanzas erradas que nos llevan hacia la generación de pensamientos y campos energéticos negativos. Los que por su propia frecuencia vibratoria, afectan a las fuerzas vitales y pránicas, debilitando el cuerpo físico así como también a los campos energéticos de los cuerpos sutiles.
Pensamientos de temor, ira, odio o desprecio, son causa de grandes desequilibrios en nuestra personalidad, y además son causa de grandes perturbaciones que afectan el balance bioquímico del cuerpo, lo que gradualmente atrae un sinnúmero de enfermedades. Además de afectar gravemente la atmósfera de todas nuestras actividades y relaciones.
Un sabio proverbio antiguo señala:
«Siembra un pensamiento y cosecharás una acción,
siembra una acción y cosecharás un hábito,
siembra un hábito y cosecharás una tendencia,
siembra una tendencia y cosecharas un carácter,
siembra un carácter y cosecharás un destino.»
De dicho sabio refrán se puede inferir que el hombre es el arquitecto de su propio destino. Igualmente podemos concluir en la importancia que tiene el entender los alcances, la trascendencia y las repercusiones que tienen los efectos de los pensamientos en nuestras vidas. Por lo tanto, dichas consideraciones son muy importantes de comprender en forma correcta por todos aquellas personas que desean progresar en su desarrollo y evolución espiritual.
Uno de los pasos esenciales para el cultivo del pensamiento positivo, es comprender la importancia fundamental que tiene en nuestras vidas la práctica de la introspección. La introspección nos lleva al silencio interior, aquel maestro que todos llevamos en lo mas profundo de nuestro Ser. Desarrollar una relación sólida y permanente con el silencio también es de gran ayuda en el camino interno, al que igualmente podemos llamar el camino del corazón.
Cualquier maestro o sabio que se haya elevado a las alturas de las Consciencia Cósmica, necesariamente debió ejercer un gran control de la facultad y el arte del buen pensar. Siempre será muy conveniente entonces leer los libros, estar en la presencia física o seguir las enseñanzas de aquellos maestros que supieron cruzar exitosamente las aguas turbulentas de la mente inquieta y finalmente lograron la Liberación.
El pensar positivamente tiene muchas ventajas y es una forma de acercarnos al descubrimiento de quienes somos realmente. Vale decir, el Ser esencial o la chispa divina que mora en el corazón de cada ser humano. Los pensamientos son vibraciones de alta resolución, y que al igual que las flechas, buscan su destino una vez que son emitidos. Ya el hecho de ser conscientes de aquello, debiera ser una seria advertencia de las consecuencias que por el contrario generan los pensamientos negativos, Así como también del inmenso daño que pueden causar no solo al destinatario de los mismos, sino también a quien los emite.
Una de las principales leyes cósmicas, es la ley del Karma, la que nos indica que toda acción genera una reacción. La que puede llegar ya sea en forma inmediata, en el mediano plazo, en cualquier momento, o bien en el largo plazo, lo que lógicamente incluye encarnaciones futuras. Eso depende de diversos factores y de las particularidades de cada caso o situación. Entender en forma correcta la ley del Karma eleva nuestra consciencia, lo que de manera automática regula nuestros comportamientos, actitudes y conductas.
Pensamientos y sentimientos de buena voluntad, nobleza, compasión, armonía espiritual, humildad o gentileza, tienen la enorme capacidad de transformar la personalidad humana, elevándola hacia lo sublime y lo divino.
Pensamientos y sentimientos de buena voluntad, nobleza, compasión, armonía espiritual, humildad o gentileza, tienen la enorme capacidad de transformar la personalidad humana, elevándola hacia lo sublime y lo divino.
Dicha clase de pensamientos y sentimientos son muy poderosos, traen grandes beneficios a quien los emite en la forma de dulces bendiciones, generando tranquilidad, limpiando la mente subconsciente y son un gran impulso para vivir una vida con altos propósitos y metas espirituales superiores. Desde el punto de vista yóguico, la mente individual es una frecuencia o una onda expansiva de la Mente Cósmica. Por lo tanto, el entrenamiento en la práctica del buen pensar, produce un alineación de ambas corrientes, con todos los dividendos y beneficios implícitos en ello.
Naturalmente que para que esto ocurra, no solo se necesitan buenas intenciones, sino una práctica sostenida, en que la autodisciplina cobra vital importancia. El control del mundo de los sentidos, la práctica regular de la meditación, el uso correcto de la ciencia de los mantras, los ejercicios de pranayama y hatha yoga, una buena alimentación, el desarrollo de una buena relación con lo sagrado y lo divino, son todos aspectos que ayudan en gran medida, para lograr que nuestra mente se focalice en la generación y la permanencia de los pensamientos positivos.