~ Don Solon Tello Lozano ~
Mi Encuentro con el Legendario Maestro don
Solón Tello Lozano.
Para hacer un poco de historia, debo decir que Don Solón nació el año 1918 en Nauta, un pequeño y humilde caserío en las riberas frente a la confluencia de los ríos Ucayali y Marañón, punto exacto en que nace oficialmente lo que conocemos como el Río Amazonas. El que cabe consignar es considerado como el río mas extenso y caudaloso del mundo, el que se encuentra rodeado de todo tipo de historias, mitos y leyendas en torno al tradicional mundo del Ayahuasca.
El Maestro, al igual que la mayoría de las personas de la zona, provenía de una familia modesta, humilde y de precarias condiciones económicas. Producto de lo cual, cuando contaba aproximadamente con 10 años, viajó con su padre en busca de mejores oportunidades a Iquitos, ciudad que se encontraba en las postrimerías de lo que se llamó en aquella época, la fiebre del oro negro. Todo ello, derivado del desarrollo y la expansión internacional de la industria del caucho.
Entre finales del siglo 19 y principios del siglo 20, Iquitos, había pasado de ser una pequeña aldea casi insignificante y con escasa población, a una refinada y europeizada ciudad con calles adoquinadas y elegantes edificios de llamativa arquitectura. Ya que junto a la ciudad de Manaos, en Brasil, se habían transformado en los centros mundiales mas importantes en el negocio de la extracción del caucho, derivado del crecimiento y el desarrollo de la incipiente industria de los neumáticos, ante el boom mundial del auge automotriz.
Para hacer un poco de historia, debo decir que Don Solón nació el año 1918 en Nauta, un pequeño y humilde caserío en las riberas frente a la confluencia de los ríos Ucayali y Marañon, punto exacto en que nace oficialmente lo que conocemos como el Río Amazonas. El que cabe consignar es considerado como el río mas extenso y caudalos del mundo, el que se encuentra rodeado de todo tipo de historias, mitos y leyendas en torno al tradicional mundo del Ayahuasca.
El Maestro, al igual que la mayoría de las personas de la zona, provenía de una familia modesta, humilde y de precarias condiciones económicas. Producto de lo cual, cuando contaba aproximadamente con 10 años, viajó con su padre en busca de mejores oportunidades a Iquitos, ciudad que se encontraba en las postrimerías de lo que se llamó en aquella época, la fiebre del oro negro. Todo ello, derivado del desarrollo y la expansión internacional de la industria del caucho.
Solamente cursó hasta tercer o cuarto grado en la educación primaria. En dicha época se desempeñó realizando diversos trabajos y ocupaciones menores, entre los que cabe destacar la de acólito en la parroquia de su barrio, lo que de alguna manera ya presagiaba su vocación espiritual y de servicio a la comunidad. Mas adelante, y siempre buscando mejores oportunidades, se enroló en el ejército, donde le tocó en suerte participar en el conflicto bélico entre Perú y Ecuador, a principios de la década del 40. Para su fortuna, ello le valió lograr como ex-combatiente, una pensión vitalicia equivalente a cerca de US$ 400 mensuales, los que recibió hasta el día de su muerte, lo que constituyó una contribución muy importante para su bolsillo y su situación familiar.
Por aquella época llegó a trabajar al surrealista, y pintoresco mercado de Belén, donde al cabo de un tiempo, se convirtió en un reconocido y reputado carnicero. Y con bastante buena llegada en el mundo de las mujeres, según palabras textuales de doña Rosa Tuesta, su ultima mujer y madre de sus últimos 5 hijos. Anteriormente ya había sido padre de 6 hijos producto de 3 diferentes relaciones. Es muy importante mencionar, que en la cultura amazónica el oficio de curandero es algo bastante común y cotidiano y se encuentra dividido en muchas clases, categorías y rangos. Los que van desde tabaqueros, ayahuasqueros, sobadores, oracionistas, camalongeros, perfumeros, paleros, vegetalistas, componedores de huesos, brujos, y encantadores, por nombrar los mas conocidos.
Parte importante de este mundo singular, tenía su correspondencia y su espacio propio en dicho mercado, lo cual se concentraba en un sector del mismo. En el que se podía encontrar toda clase de pócimas, potajes, y menjunjes de todo tipo, para toda clase de tratamientos, encantamientos, curaciones, hechizos o conjuros. Así como también, perfumes para atraer o alejar el amor, brebajes y remedios en base a plantas, raíces y cortezas, para todo tipo de males; ya fueran estos físicos, mentales, hechizos, brujerías. Entre las que se podían encontrar las cosas mas increíbles, raras e insólitas.
Entonces, en este ambiente es que don Solón se encontró con la medicina del Ayahuasca, la que en el primer tiempo solo tomó ocasionalmente de tanto en tanto. Y así de a poco empezó a hacer sus primeras dietas, bajo la estricta guía y riguroso cuidado de su primer maestro, don Daniel Soplín. Paso a paso, fue entrando y aprendiendo el arte de esta ciencia milenaria, sagrada y milagrosa, al tiempo que iba empezando ya a realizar sus primeras curaciones. Primero, con pequeñas criaturas de hasta un año, según lo prescrito entonces por su maestro.
Ya en esa época empezó a sufrir severos y permanentes ataques de brujos y hechiceros malvados y envidiosos. Lo que se constituiría en una constante en su vida, y que lo llevó a perder la visión permanente de uno de sus ojos, y a poner en peligro su vida una y otra vez, así como a enfermar su cuerpo severamente en muchas ocasiones. Todo esto lo condujo a ir abriendo su camino y a desarrollar su fuerza interna a través de sacrificadas dietas, las que incluían internarse en la selva por períodos regulares de 8 días con muchas abstenciones, ayunos y cuidados específicos. Tomando diferentes plantas, cortezas o raíces que fueron purificando y fortaleciendo su cuerpo físico, su mente, así como como sus distintos cuerpos sutiles.
Con el paso del tiempo, fue avanzando en este misterioso camino de las plantas maestras del mundo amazónico, y así fue que también fue encontrando y tomando medicina con otras personas que seguían caminos similares, luego de la muerte de don Daniel, su primer maestro. En aquellos tiempos, aparecieron en su vida otras dos personas que fueron muy importantes en su formación y desarrollo en el mundo curandero, primero don Jose Delgado y luego mas adelante, don Santiago González.
Paulatinamente, paso a paso, con mucho esfuerzo, sacrificio y dedicación, fue transformándose en un afamado y renombrado curandero en la zona, y en una leyenda viva en el mágico mundo del Ayahuasca. Desarrollando poderosos icaros de protección, curación, e invocación a diferentes espíritus, energías y entidades que lo asistían permanentemente en sus trabajos.
Algo tan diferente a lo que es frecuente ver por estos días. En donde es común encontrar a muchas personas que sin experiencia ni entrenamiento adecuado, sin contar maestros, dietas, o linajes, y que con absoluta falta de conocimiento, y también con mucha irresponsabilidad, toman la medicina unas cuantas veces, y ya se sienten ayahuasqueros. Con todos los peligros que esto conlleva para ellos mismos, tanto como para las personas que participan de sus círculos. Por cierto, este tipo de personas, son responsables en gran medida de la mala reputación de la medicina del Ayahuasca en determinados ámbitos. Llegando en muchos casos al absurdo de que muchas de estas personas nunca han puesto un pie en la selva, jamás han hecho una dieta, ni menos saben lo que es un íkaro o la importancia y la función que ellos cumplen en esta antigua ciencia del conocimiento del mundo vegetal.
Paralelamente, ya estaba curando a muchas personas de diferentes enfermedades, dolencias y condiciones, ya fueran estas físicas, emocionales, mentales o espirituales. Y lo que es tan común en el área, todo tipo de brujerías, daños y hechizos, lo que inevitablemente le traía de vuelta serios y peliagudos problemas con los brujos causantes de aquellas tenebrosas situaciones. Incluso hasta muy avanzada edad, lo siguieron perturbando y atacando oscuros y envidiosos personajes ruines y miserables de esta baja calaña.
Siempre fue muy devoto de la energía Mariana, en la personificación de la Virgen de Guadalupe, del Maestro Jesus, y también de San Martin de Porres, el santo patrono del Perú. A quienes siempre invocaba con gran devoción y respeto, antes, durante, y al finalizar sus trabajos y ceremonias. Siempre trabajando con mucha humildad y dándole el mérito y el crédito de los resultados de sus curaciones al divino poder de Dios. Sin temor a equivocarme, puedo decir que varios cientos de personas fueron curadas por los cantos y la medicina del venerable y sabio maestro.
Cuando nuestros caminos se cruzaron, yo ya tenia algunos años en esta senda y aunque no sabía mucho acerca de él, las pocas referencias que tenía de su persona eran muy buenas y recomendables. Además de lo cuál, se me había aparecido misteriosamente 3 veces en sueños, lo que sin duda era algo muy auspicioso y esperanzador. Y así fue, que una vez lo llamé por teléfono, y al cabo de unos pocos días llegué una tarde a su casa en Iquitos. Aquella misma noche ya estaba tomando la medicina con el reputado don Solón por primera vez.
Las ceremonias tenían lugar en su propio pequeño cuarto, el que era habilitado con mucha simpleza y sin ningún tipo de pompa o sofistificación. El maestro siempre vestía con sus clásicas guayaberas y se acompañaba de su herramientas, según sus propias palabras. La botella de agua florida, el alcanfor, la camalonga, los infaltables mapachos, su shacapa de ruda y su mágica y poderosa piedra de curación. Entre canto y canto se podía escuchar la sinfonía producida por el ruido de los motores de los motocarros, que son parte del folklore característico y la vida cotidiana de Iquitos, como bien saben todos aquellos quienes han visitado la curiosa ciudad.
Fácilmente me encanté con su sencillez, simpatía, humildad y buen humor y naturalmente con su forma notable, tranquila y sabia, para llevar y conducir las ceremonias. Al mismo tiempo, mis viajes para visitarlo en Iquitos se fueron haciendo regulares y periódicos y nuestra relación se fue enriqueciendo y solidificando, al punto que nos hicimos amigos muy cercanos y queridos. Con mucha fluidez y espontaneidad, se fue dando un vínculo que en aquella época nunca sospeché la forma que iba a tomar, ni menos aún la importancia que tendría en mi vida futura.
De alguna forma se transformó en la figura o el arquetipo de un padre espiritual para mi, en todo lo relativo a este mágico mundo, y casi sin darme cuenta me convertí en su aprendiz y discípulo. Situación que se mantuvo inalterable hasta su partida de este plano en Abril del 2010. Tuve la gran fortuna y el honor de compartir un par de dietas junto a el en la selva, en los alrededores de Iquitos, con un par de médicos ayahuasqueros amigos suyos, pero que según mi impresión, no le llegaban ni a los talones. El solo dietaba 4 días, ya que por aquella época rondaba ya por los 85 años.
En esa misma época lo invité a venir a Chile, donde en 4 diferentes viajes realizamos alrededor de 30 exitosas ceremonias, en donde el maestro Solón, se ganó el cariño, el afecto, el respeto y la admiración de la mayoría de las personas que participaron en dichos eventos. Los recuerdos de esos días en mi casa junto a don Solón y su hijo Daniel, permanecen imborrables en mi memoria. Cuando no trabajábamos, éramos como 3 niños que disfrutábamos de la vida despreocupadamente, y en los que la risa y la alegría fluían con mucha facilidad. Naturalmente en mi curiosidad y mis ansias de aprender, lo interrogaba acerca de su vida, y de su relación con la medicina cada vez que me parecía pertinente, y él con mucha paciencia, sabiduría, y buen humor, siempre me respondía en lenguaje simple, directo y en en voz baja, como era su costumbre y característica.
Para el maestro, el dinero nunca fue algo demasiado importante. Producto de esas visitas a Chile y el trabajo realizado, probablemente por primera vez en su vida, se puede decir que ganó algún dinero importante con el fruto las ceremonias. Por lo tanto, no es de extrañar que cuando regresaba a su casa en Iquitos, entregara todo el dinero a su familia, solo dejando para si mismo unos cuantos soles para asegurarse de que no le faltaran los mapachos. Aquellos grandes cigarros de tabaco negro, que usaba para curar y limpiar a los pacientes y de los que se fumaba unos cuantos diariamente. Era frecuente escucharle decir: ” luego de una buena comida, un buen mapacho cae muy bien “.
Creo que nunca lo vi enojado o hablándole en voz alta o autoritaria a otra persona. En esa época ya estaba por lo 87 años, de los cuales, al menos los últimos 45 o 50 los pasó tomando regularmente la medicina de la Madre Ayahuasca. Fue un hombre sencillo, de gran nobleza y compasión, enorme corazón, y un curandero portentoso. Siempre bien dispuesto a hacer el bien al prójimo, incluso a aquellos oscuros personajes que tanto daño y perjuicio le causaron a causa de los celos y la envidia. Como decía al principio de esta crónica, nunca encontré a otro maestro ayahuasquero como él: impecable, noble, generoso y extraordinario.
Así como la medicina de la Madre Ayahuasca se a ido abriendo camino en alguno sectores de la sociedad moderna y actualmente viaja a muchas capitales y ciudades del mundo entero, lo que es muy importante y benéfico para el mundo actual.
Desgraciadamente, se a ido perdiendo la raíz y el conocimiento ancestral de esta antigua y sagrada ciencia tradicional del mundo vegetal, de la que don Solón era un vivo y relevante exponente. Desafortunadamente en el mundo ayahuasquero de hoy, es muy difícil encontrar personas de la estatura moral y ética del insigne curandero.
El notable y coronado Maestro dejó este mundo a la avanzada edad de 92 años. Podemos estar seguros de que se encuentra disfrutando su tiempo y su evolución en el plano astral, junto a otros distinguidos y eminentes maestros y magos blancos del mundo antiguo. Quienes desde el cielo ayahuasquero, de seguro estarán dispuestos a darle una mano, una guía y protección a todos quienes los invoquen y los llamen con respeto y reverencia durante sus ceremonias.
Aprovecho esta oportunidad con mucha humildad y respeto, para aconsejarle a las personas que se inician en estos caminos y también a quienes ya transitan por los mismos, que siempre sean cuidadosos y diligentes al momento de escoger con quien toman esta ancestral y poderosa medicina. A la que por cierto, antiguamente no era nada de fácil llegar, y para lo que había que realizar costosos viajes, de mucha aventura, largas jornadas y variados peligros de distinta condición y naturaleza.
Hoy por hoy, ha proliferado mucho la oferta acerca de lugares de variada clase, calidad, índole y categoría, y en los que se puede encontrar todo tipo de ofrecimientos de dietas, retiros o simplemente ceremonias, todo esto a través principalmente de internet.
De tal modo, que todo este mágico mundo se a transformado en un buen negocio, en una fuente de dinero fácil, y se han multiplicado y proliferado todo tipo de personas inescrupulosas, inexpertas, sucias y descuidadas. Las que con oscuros y ocultos propósitos, están dispuestos a aprovecharse de la ingenuidad, el dinero y la energía de tantas personas que se acercan a este tipo de aprendizajes sin ningún tipo de experiencia o conocimiento previo.
Lo que quiero señalar con esto en términos sencillos, es que no hay ninguna correlación entre toda esta gran oferta, y el número de personas que realmente están preparadas adecuadamente, con la rigurosidad, seriedad e idoneidad necesaria para dirigir este tipo de trabajos. Por lo tanto, vuelvo a reiterar, que siempre es bueno reflexionar con profundidad, detención e intuición con quien hemos de experimentar esta sagrado y arcano conocimiento.
Para concluir este artículo, quisiera recordar las palabras de don Solón al concluir sus ceremonias: ” señores, están servidos, que vayan con Dios y la Virgen “…….., expresando de esta forma su deseo de que todos regresaran en paz, tranquilos y contentos, y con las bendiciones desde el alto cielo. Ya que para el, Dios siempre estaba en el primer lugar de sus palabras, pensamientos y acciones.
~ Águila Blanca ~