~ Florecimiento ~
Cuando llegamos a hacemos conscientes de que nuestra vida se ha tornado en una experiencia vacía, tediosa, insatisfactoria y pesada, es un buen momento para empezar a indagar acerca de la raíz de nuestras percepciones, sentimientos y pensamientos. Finalmente, ciertamente somos el producto final de todo aquello que vemos, creemos, escuchamos, sentimos, hacemos, comemos y pensamos.
Para poder mejorar exitosamente las circunstancias presentes de nuestra vida, primero debemos plantearnos el cambiar todo aquello que una y otra vez no nos ha dado resultado. Nosotros somos la fuente del cambio. Nada cambiará para mejor, sin antes hacer los mejores esfuerzos por transformarnos en la versión mas ilustre y brillante de nuestra Alma.
Es mucho más sensato e inteligente el aprender a adaptarnos al ritmo, la sustancia y las condiciones imperantes de la vida, que el esperar a que la vida se adapte a la medida de la horma de nuestro zapato. El progreso espiritual nunca se adaptará al desalineamiento de la mirada miope, egoísta, estrecha, limitada y carente de fe que nos tiene experimentando la vida en medio de la escasez, el dolor, la rabia y la frustración.
El verdadero aspirante espiritual se fragua a sí mismo en el crisol de la marcha. Y, con gran convicción hace de ella un sendero sagrado de esplendor, expansión y florecimiento. Creer es crear. Nuestro mantra siempre debiera ser: Yo Soy el Cambio que me conduce hacia la Sabiduría y la Gloria Divina. Yo Soy el Camino que me lleva a la Verdad de mi Ser. Yo Soy la Magna Presencia Yo Soy.