~ Pueblos Originarios ~
En los pueblos originarios de América, históricamente los grandes jefes y líderes que dirigieron y guiaron los destinos de sus naciones siempre fueron escogidos de entre los individuos mas sabios, prudentes y juiciosos, así como por sus altos valores éticos y morales. Donde desde luego, el respeto por el Creador, la madre naturaleza, sus tradiciones y formas culturales, así como el respeto por la vida en sus diferentes formas, se contaban entre las piedras angulares en que se sostenían la prosperidad y el progreso de sus sociedades. Transformándose de paso en modelos ejemplares para los niños y los jóvenes que habrían de sucederles en tiempos venideros.
Dicho líderes se caracterizaban por el respeto y la consideración hacia el mundo de los mayores, y particularmente hacia los ancianos y los enfermos, así como por hablar lo justo y necesario. Cuando hablaban lo hacían desde el corazón, con un alto concepto del honor, y con palabras sabias, verdaderas y nobles. Las que tenían amplia resonancia en el canto de las aves, en el eco de los cerros y en el murmullo de los arroyos cristalinos; ya que eran expertos conocedores de la ciencia del misterio del silencio, así como grandes observadores de los fenómenos de la madre naturaleza.
Se caracterizaban por sus inmensas capacidades intuitivas, el buen discernimiento y la inteligencia emocional, por lo que eran capaces de resolver y zanjar sus disputas y diferencias, siempre con códigos de respeto, tolerancia y reverencia hacia quien tenían por delante.
Algo tan diferente y contrario a lo que vemos en estos días en las clases dirigentes del mundo político, en las que mayoritariamente priman los intereses mezquinos, las ambiciones personales y las descalificaciones mutuas. Donde reina la frivolidad, el mal gusto y toda clase de tendencias y características negativas, como la corrupción, la falsedad, el egoísmo, la envidia y la ira. El patético y vergonzoso espectáculo que nos brindan a diario la mayoría de los líderes y gobernantes del mundo actual, desafortunadamente son el fiel reflejo de los valores, tendencias, inclinaciones y costumbres de las sociedades que ellos representan.
Si realmente queremos un mundo mejor para nosotros, nuestros hijos, nuestros semejantes y para la Madre Tierra, cambiar el paradigma imperante, constituye y exige de nuestra parte una enorme y seria responsabilidad. Primero en el nivel personal y luego en el colectivo, ya que sin lo primero no es posible lo segundo. No es posible cambiar el mundo externo, sin haberlo hecho antes en el mundo interno.