Una mente limpia, pura y cristalina debiera ser el anhelo más elevado de cualquier buscador espiritual. Ya que el mismo, no es más que una remembranza de todas sus emociones, deseos, sentimientos, pensamientos y acciones. La sensibilidad que nos permite ver la vida como algo bello, trascendente y elevado ciertamente la constituye la posesión de una mente limpia, clara, brillante y diamantina.  

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Cuando la mente es poseída por el temor, la ansiedad, la obsesión y las preocupaciones excesivas, la mirada se tornará turbia, depresiva y colmada de lamento y miseria. La culpa no es del mundo exterior, sino más bien el estado del mundo es una consecuencia del estado de la mente individual, lo que finalmente conforma la mente colectiva. Cada uno es responsable de sí mismo y de la realidad que crea a cada momento. Desde esa óptica, la procrastinación o inclinación de postergar todo lo importante para mas adelante, es una de las causas principales de la falta de progreso en el ser humano.

 

Purificar la mente es algo que nadie puede hacer por nosotros y cada día es una gran oportunidad para ello. Hay muchas formas de hacerlo. Cada uno, de acuerdo a sus capacidades, talentos, afinidades y elecciones personales, puede avanzar mucho en esa dirección si es que se lo propone como prioridad esencial. Dejar para mañana lo que se puede comenzar hoy es un error muy común, y nos hará vivir diariamente sus consecuencias.

 

Amar, servir, meditar, orar, ser buenas personas, buscar la conexión interna con él Ser Superior son acciones que todos podemos emprender. La mente es un reflejo de nuestra cotidianeidad. Es muy simple, sin práctica espiritual no hay progreso. Ultimamente, es la práctica lo que nos conduce a la maestría. Bendiciones y mucha Luz, Paz, Luz, Armonía y Amor para todos.