La bienaventuranza y la armonía de la felicidad verdadera, proviene de un elevado estado de consciencia, el que todos probablemente hemos experimentado al menos alguna vez en la vida. A todos nos ha visitado de tarde en tarde para recordarnos cuál es la naturaleza de real nuestro estado original. Vale decir, la Realidad del Ser.

 

En estos momentos cruciales y relevantes dentro de la historia de la humanidad, podemos encontrar mucha ayuda disponible de parte de los reinos celestiales, de las huestes ascendidas, de los planos angélicos y de maravillosos Maestros y Seres de Luz, desde todas las direcciones imaginables, para todos aquellas almas que están haciendo los mejores esfuerzos por despertar hacia la elevada frecuencia de la Consciencia del Ser.

 

Uno de los obstáculos mayores a derrotar para avanzar en forma exitosa en el proceso espiral de la Ascensión, es la incultura del egoísmo. Cuando nuestros deseos se encuentran fuertemente enraizados en la satisfacción compulsiva y egoísta del «yo y lo mío», podemos estar seguros de que el sendero de la puerta estrecha se encontrará permanentemente cerrado. El sendero de la puerta estrecha, no otro que es la maravillosa senda del Corazón.

 

Mientras ello no ocurra, podemos estar seguros de que tanto el progreso, la percepción, el desarrollo personal y todo aquello que nos conduce a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos, se estancarán en las fangosas aguas de la ilusión, el descontento, la ruina, la tristeza y la desolación.

 

Gran parte de la bienaventuranza, alegría y felicidad, provienen del ferviente deseo de que todos los seres alcancen el estado puro de la felicidad interior. Auto indagando dentro de nosotros y observando a través del ojo interior, podremos determinar con claridad cuáles son los obstáculos, aspectos e inclinaciones y tendencias que nos impiden avanzar. Sin negación, temores, ni resistencia, debemos enfrentarlos aceptarlos, perdónalos y finalmente soltarlos y dejarlos ir… Es tiempo de aprender a viajar ligeros de equipaje…