Abre tu corazón, fortalece tu espíritu, cultiva la paciencia y esfuérzate tanto como te sea posible en realizar el logro de convertirte en la mejor versión de ti mismo. No te conformes con la inmensa pequeñez de la mediocridad. Entonces podrás llegar a comprender que la vida no es más que un eterno y glorioso juego divino.

 

Depende de cada uno el hacer el uso correcto y adecuado de las amplias y magníficas posibilidades que se nos brindan en cada nuevo día, y aún en cada instante. Vive, respira, ama, sirve y se humildemente feliz. El correcto uso del libre albedrío es clave en el progreso y el desarrollo del inmenso potencial humano.

 

Renuévate y procura apartarte de toda la dureza y la pesada rigidez de la resistencia al cambio. Todo está ocurriendo muy rápido. Son tiempos de limpieza, apertura, verdad, valentía y gran purificación. La esperanza, la alegría, la expansión y la plenitud esperan a la vuelta de la esquina a quienes deciden volcar sus propósitos e intenciones en la búsqueda de los dulces frutos del renacimiento interno. 

 

La ejercitación del poder de la voluntad hace una gran diferencia. Es un error garrafal el dejarse llevar inconscientemente por las olas de la indecisión, las preocupaciones. las dudas y los miedos. La transformación interna debe ser pulsada desde la consciencia, el esfuerzo personal, la valentía y la determinación; y debe ser sustentada en el férreo poder de la fuerza de la voluntad.

 

Ascender es renacer. El proceso de Ascensión requiere del desprendimiento de todas las creencias, prejuicios, dogmas y de todo aquello que nos ata a la limitación, la estrechez, el miedo y la falta de decisión, tan habituales en el plano tridimensional. Es un proceso de renovación, de recreación, de amplitud y despertar. Sin renacimiento no puede haber Ascensión.