~ La Luna y el Poder de la Intuición ~
Dentro de todas las visiones hermosas que se pueden observar en la tierra, una noche de luna en cualquiera de sus fases, ocupa un lugar muy destacado y preponderante. Desde tiempos inmemoriales, los pueblos antiguos han visto y han reverenciado al Sol, como el arquetipo del padre, y a la Luna como el arquetipo de la madre. Y digo los pueblos antiguos, ya que las sociedades contemporáneas hemos perdido esa facultad de relacionarnos con el cosmos y con las manifestaciones de la madre naturaleza, en forma innata, directa y espontánea.
.
De la misma manera, podemos relacionar al Sol con el principio masculino y a la Luna con el principio femenino. Desde esa mirada, por lo tanto, podemos ver una relación muy estrecha y profunda entre la Luna y la Intuición, una de las mayores facultades del principio o cualidad femenina, y que en forma natural se encuentra bastante mas desarrollada en dicha polaridad. Lo que en modo alguno significa, que no la pueda amplificar o acrecentar el género masculino, el que por contraparte tiene mas preponderantemente desarrollado el pensamiento más bien racional y analítico.Ultimamente, en una alquimia sagrada, la luz de la Luna es un reflejo de la luz del Sol, y ambas son un reflejo de la Luz proveniente del Gran Sol Central, también conocido como la Mente Cósmica o el infinito Poder de Dios.
.
Brevemente se puede describir a la Intuición, como la capacidad o facultad de comprender las cosas en forma directa y espontánea, sin necesidad de un razonamiento lógico. Donde la información es recibida en la forma del primer pensamiento que llega a nuestra mente, cuando estamos a punto de tomar una decisión o alguna resolución importante. Puede llegarnos a través de un presentimiento, una corazonada, un sueño o una certeza interna, que nos indican en forma sugerente la solución o el camino mas directo frente a una determinada situación.
A la Intuición, también se le conoce como el sexto sentido, e indudablemente procede de una conexión directa con nuestro Ser Superior. Cada persona puede percibir esta conexión en forma diferente, de acuerdo a muchas variables, tales como el estado evolutivo, los talentos, los dones o las cualidades particulares de cada cual, los condicionamientos educacionales, los convencionalismos sociales o las actividades y los credos personales.
Desde tiempos remotos, el hombre ha sentido una gran fascinación muy especial por el cosmos y las fuerzas que lo gobiernan. De hecho la astrología es una ciencia muy antigua y formaba un solo todo con la astronomía, y desde luego se encontraban muy cercanas a la geometría y a las matemáticas. Dicha atracción llevó al hombre a observar con mucha curiosidad el cielo, al movimiento de las estrellas, y por ende el de la Luna y sus diferentes faces, como así mismo, la influencia que esta ejercía sobre la vida en la tierra, y en particular sobre el movimiento de las aguas.
De hecho, muchas civilizaciones antiguas establecieron sus calendarios y su formas de medir el tiempo en base a los ciclos lunares de 28 días, los que multiplicados por 13, dan exactamente 364 días, vale decir, el período de un año. Ciclos absolutamente correspondientes con los ciclos femeninos de la menstruación y toda la transformación implícita en dicho proceso, lleno de cambios, fluctuaciones y renovación.
De la misma manera, los tiempos de la siembra, la cosecha, la fertilidad, los rituales ceremoniales, la celebración de fiestas y conmemoraciones, así como muchos otros eventos, estaban en buena medida determinados por los ciclos y los influjos lunares. Particularmente los tiempos en que estos alcanzan su máxima expresión, dependiendo de los objetivos, tales como Luna Llena, creciente, menguante o aún la ausencia de la misma.
Con los avances actuales de la ciencia, a nadie le caben dudas de las importantes influencias que la Luna produce en el fenómeno de las mareas oceánicas. El cuerpo humano está compuesto aproximadamente por tres cuartas partes de agua, y naturalmente también es muy sensible al influjo lunar. Esto muy bien lo saben particularmente los poetas, los artistas, las personas con tendencias románticas o con mayor sensibilidad emocional. Quienes en muchos casos reciben grandes inspiraciones en diferentes formas y modos intuitivos, para llevar adelante sus obras o sus procesos creativos.
El ser humano actual, se caracteriza por estar tan lleno de preocupaciones y el tiempo que estas le toman. Tan inquietamente ocupado con sus celulares, computadores o sentado horas bajo el aparato de la televisión, comiendo cualquier tipo de alimentos o consumiendo cualquier tipo de substancias tóxicas, que raramente se da el tiempo para observar la Luna. Por estas y otras razones muy propias del progreso y la comodidad de la vida moderna, es que hemos dejado de mirar hacia el cielo, y con ello, se ha ido atrofiando y minimizando esa gran facultad intrínseca de la naturaleza humana, denominada Intuición o intelecto intuitivo.
De la misma manera, podemos ver que el interés por el desarrollo y la evolución espiritual en las grandes mayorías, pasa por un momento muy crítico, y la proporción de seres humanos que tienen como primera prioridad su progreso espiritual, es muy baja. Esa también es una razón muy importante que explica en buena medida la pérdida o el adormecimiento de esta notable facultad. Ya que cuando estamos verdaderamente conectados a nuestro Ser, la Intuición fluye de manera natural, y poco a poco, se transforma en nuestra principal herramienta para acceder en forma directa al mundo del conocimiento y la sabiduría.
De hecho, todos los maestros de las distintas tradiciones, que se han elevado a las altas alturas del conocimiento del Ser, han hecho de la intuición, su principal vehículo o herramienta. Por lo tanto, para todos quienes deseamos que la tierra sea un mejor lugar, donde los seres humanos podamos vivir en paz, tanto con nosotros mismos, como con nuestro prójimo, mientras más acrecentamos nuestra proporción de Luz interna, proporcionalmente haremos disminuir nuestra propia sombra u oscuridad.
Una vida ordenada, vivida con moderación, alegría y sencillez, con autocontrol y disciplina, donde las prácticas espirituales como la meditación, la oración, la contemplación, y los ejercicios físicos adecuados a las posibilidades de cada cual, en forma natural llevan a acrecentar las facultades intuitivas. Una buena y sana alimentación, el control de nuestros pensamientos, el buen descanso, así como las buenas compañías, la lectura de libros inspiradores o el estudio de las diferentes escrituras sagradas, o bien, el seguir las enseñanzas de un buen maestro espiritual, así mismo nos conducen hacia la misma dirección.
En esa orientación y dicho contexto, la Luz de la Luna es un símbolo o un faro de nuestra Consciencia, que le da brillo a nuestras existencias, y que ilumina y despierta nuestras fuerzas y poderes internos. Haciendo emerger en forma ascendente y continua la maravillosa energía de la Kundalini, la cual se encuentra dormida en estado latente, ubicada simbólicamente en la base de nuestra columna vertebral.
Una mente serena y calmada es uno de los mayores logros a los que podemos aspirar los seres humanos. Mientras mayores sean nuestros esfuerzos para movernos en esa dirección, paulatinamente iremos despertando en nuestro interior, los incalculables y maravillosos tesoros, que se encuentran tras el florecimiento y el desarrollo de la mente o intelecto intuitivo.